Notas después de leer “EL ÚLTIMO GUDARI” novela de JOSE MARIA NACARINO
Estamos en 2005, una
época convulsa con una ETA que se resiste a desaparecer; pero se va acercando a
su fin por la presión policial, por la cooperación de Francia y porque la
propia organización está en crisis.
A partir de la
documentación y el material incautado a un comando en el que está Lierni, los
agentes Alkorta y Reyes se lanzan a la caza de Arrano un escurridizo jefe
etarra. No cuentan con mucho tiempo, ya que un atentado es inminente y la banda
tiene en el punto de mira a Xabi, un concejal de un municipio de Guipúzcoa que es
consciente de que cualquier paso en falso puede significar su muerte. Al mismo
tiempo la abogada abertzale Jone Larrucea intenta desenredar la madeja tejida
por su entorno y arrancar una tregua a la cúpula etarra, pero su hijo Pipe
tiene otros planes. Forma parte de los borrokas que se han adueñado de la calle
y está dispuesto a entregar su vida a la causa.
El personaje de
Lierni da pie al autor para contar la vida de los etarras en las cárceles,
alejados de los presos comunes, pero por indicación de la organización no hacen
cursos ni actividades. La presión en la cárcel para ellos sigue siendo tan
fuerte como lo era fuera.
Conoceremos a los
terroristas y su entorno, los que tienen delitos de sangre, los que extorsionan
a los empresarios, los que hacen de recaudadores de la banda, los que deciden
desde cómodos despachos, los huidos, la cantera, la violencia callejera, la
gente que les apoya por convicción o por miedo y no hace nada…
Junto a los personajes implicados de una manera u
otra con ETA, también se vive la situación de familiares como Felisa, madre de
Lierni que acude mensualmente a visitarla en un autobús
fletado por la organización, o
de Elena y Unai, esposa e hijo de Xabi.
En la novela subyace la necesidad de reconciliación,
pero también de memoria; de no olvidar lo sucedido. Se mezclan bien los temas
políticos y los elementos vinculados a la novela, al thriller del argumento.
Al leer la novela es fácil recordar aquel miedo diario,
cuando se aprendía a convivir con él, acostumbrarse a los escoltas, a revisar
los bajos del coche, a no repetir los itinerarios para ir al trabajo, a no
perder de vista la entrada al entrar en un local…
La lectura de la novela se hace fácil. La prosa es sencilla y
está bien ambientada la época en la que se desarrolla el argumento.
La historia es ficción, estamos ante una novela, pero lo que
se cuenta en ella sucedió, sino tal y como se cuenta, al menos de una forma
similar, porque en la novela vemos la cultura del miedo y del silencio, los
momentos en que las víctimas son silenciadas y los victimarios aplaudidos.
